Viaje traspolar |
Me gustó el siguiente artículo sobre el tema.
Antaño la factibilidad de comunicación aerocomercial de la Argentina con Australia y Nueva Zelanda estaba limitada a una ruta que, básicamente, debía cumplir el itinerario Buenos Aires-Los Angeles-Honolulú-Auckland-Sydney. Como era necesario utilizar los servicios de varias compañías, con los trasbordos y esperas del caso, el viaje duraba varias decenas de horas.El vuelo directo desde el aeropuerto internacional de Ezeiza y Auckland (con escala técnica de reaprovisionamiento en Río Gallegos) insume aproximadamente trece horas de vuelo efectivo (tiempo de vuelo block, o sea, en tanto funcionen los motores); desde Auckland a Sydney el tiempo de vuelo es de tres horas. En el regreso no es necesaria la escala técnica en Río Gallegos —por cuanto los vientos favorables permiten ahorrar combustible— y por ello la duración del vuelo se reduce considerablemente.
El servicio se cumple con aviones “Jumbo” (técnicamente: Boeing 747-287 B, serie 200, de cabina ancha), dotados de cuatro turbinas, con velocidad de crucero de 990 Km./hora (0,85 match, es decir, el 85% de la velocidad del sonido), a una altura promedio de 14.000 m.El combustible es kerosene homogeneizado de gran pureza, con tanques que alojan aproximadamente 200.000 litros al despegue, lo que reporta una autonomía de vuelo de doce horas. La capacidad de carga incluye 334 pasajeros (25.000 Kg.), 7.000kg de equipajes y 20.000 Kg. de carga adicional en bodegas.El avión tiene un largo total de 70,60 m, una envergadura de 59,64 m y una altura de 19,58 m. El instrumental de vuelo es complejo: tres equipos de navegación inercial (que lo liberan de los apoyos terrestres), tres pilotos automáticos que le permiten aterrizar “a ciegas”, computadoras para controlar rumbos, etc. En suma, un alarde de la actual tecnología.
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